-En el pueblo donde vivo, desde hace unos años, conozco a un amigo que es de La Alberca de Záncara. Nos visitamos con cierta frecuencia y, en algunas ocasiones, nos encontramos en la calle. Estas situaciones solemos aprovecharlas para hacer algún que otro comentario sobre nuestros respectivos pueblos, con la sana voluntad de intercambiar información y puntos de vista, que a ambos enriquece. En esta ocasión, el tiempo “se nos marchó” comentando sobre dos temas: Los espárragos de tamarilla o de pastor y, la percepción que tiene sobre la población de Santa María. Con el primer punto, disfrutábamos (mentalmente) del aroma y sabor que tienen las tortillas cocinadas con ese vegetal silvestre; sobre el segundo, me adelantó que no le gustaba generalizar, pero que le parecía que predominaba la envidia y el rencor, los posicionamientos anclados y, una actitud de alerta sobre todo lo exterior, poco dado para aceptar la influencia externa. Ya conoces, me decía, que mi profesión ha sido “visitador comercial” y esto me obligaba a viajar constantemente y relacionarme con mucha gente.- Le mostré mi agradecimiento y le indique, una vez más, que la información que yo tenía sobre nuestros pueblos era tan escasa que, no me permitía tener una opinión al respecto. Eso sí, la tortilla con espárragos de tamarilla, cada vez que me acuerdo, me hace salivar.
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