Debo confesar, y confieso, desde la humildad que nos enseña el rabo de una vaca que, desde la espantada de mi amigo el Afanaor por su deseo para conocer el Nilo, no me encuentro demasiado "telendo". Como no tenía noticias de él, decidí visitar su cabaña. Alli estaba, como de costumbre, su fiel compañera, "La Blasa". Después de los saludos pertinentes, me comentó que no tenía noticias sobre su esposo, y que se estaba temiendo lo peor...
Pude aceptar como verídica la información que me facilitó cuando reparé en el estado que tenía el jardín, una auténtica selva. Decidí quitar algunas brozas, con el permiso de "La Blasa". Como re sultado de tal actividad, "adquirí" una lumbalgia que me ha tenido doblao 4 ó 5 días. Visité el Escaparate de la vida para ver si encontraba algún remedio para mis dolencias. Por suerte me topé con un "artilugio", que se conoce con el nombre de lijadora, (permitirme me ría de estas mis "ocurrencias") y me decidí aplicar su función a mi región lumbar, eso si, después de cambiar la lija por una agradable gamuza. Como resultado de este invento diré: Bendita seas que, con tu movimiento y el calorcito que me produces, la dichosa lumbalgia ha desaparecido. ¡¡¡Hurra por la lijadora!!!.
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