Si bien es cierto que mi edad es “tierna”, siempre he oído
decir a “los que tienen la manía de pensar y observar”: -Si hablas, oirás
alguna que otra voz que diga… “Estás creando malestar” en la comunidad; -si
callas, serás tachado de “modesto, humilde, pobre de espíritu y poco dado a los
libros”…otros hablarán por ti, organizarán tu vida y le dirán al viento como
eres, lo que piensas, lo que sientes... Son los “conductores sociales”, los
manipuladores de conciencias, los teólogos de la vida, los poseedores de la
verdad absoluta, los que se autodenominan portadores o depositarios (por ley
divina) para decidir quién debe ser el “pastor” y quienes los “corderos”.
Consciente de estas “melodías sociales”, he llegado a entender que, la mayor
parte de los seres humanos “saben equivocarse solos”; pero hay otros, los menos,
“interesados en ayudarles”.
Mientras tenían lugar estos fenómenos sociológicos, decidí visitar el pueblo
que hasta la “longeva edad” de 15 años tuvo que soportarme y, rememorar in
situ, aquella frondosa arboleda con su casona de guardeses y cuadras, conocida
con el nombre de “La Patiña”.
A lomos de mi tronco-trici decido llegar hasta el cementerio, porque allí se
termina el asfaltado, y seguir el camino a pié. Llegado aquí, e invadido por el
germen de la insensatez, “caballo y caballero” se adentran en el pedregoso
camino sin reparar que, dicha travesía, será un fiel reflejo de “el baile de
las palomitas”.
Alcanzado mi objetivo, volatilizados mis recuerdos, y colocado cada hueso
en su sitio, me dejo llevar hasta el puente que hay sobre el río. Aquí, en este
lugar, yo he visto y disfrutado de la vida animal (topos, ranas, peces…), ahora
encuentro aguas fecales, muerte, el clamor de la necedad humana… Enjugo el
sudor del dolor y la impotencia (mis tímidas lágrimas), bebo agua, inspiro
lenta y profundamente y… me alejo para regresar a mi pueblo enfilando “el
camino de Alcabozo”… Llegarán las lluvias, traerán los lodos y se oirá el
lamento de la insensatez.
Eleternoaprendiz
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