No quiero
que me invada la nostalgia
De los días
y las noches que he vivido,
De las horas
y momentos deprimido,
De mi cuerpo
atenazado por mialgia.
No quiero
ver las nubes como vuelan
Empujadas
por los vientos desbocados,
Ni los
pueblos destruidos por malvados
Ni las voces
humanas que congelan.
Me abruma el
silencio de la noche
Cuando el
dolor infringido nos destruye,
Cuando la
mano poderosa nos “instruye”
Que el
camino ya pasado fue un derroche.
Ya no creo
en los dioses ni en los hombres,
Ni en
palabras que adormecen la conciencia,
Ni en el
viento que me azota sin clemencia
Por no aceptar
los mensajes que tú nombres.
Sólo tú, manto
espacial que me circunda,
Compañero leal
de mi existencia,
Me guías por
caminos de prudencia
Evitando la
semilla no fecunda.
Protegidos
mis pies para la marcha
Y enfundado
mi cuerpo en grueso manto,
En el camino
no andado oigo un llanto
Presagio de los
campos con escarcha.
Sepeño (enero/2013)
1 comentario:
Me gusta esta poesía. Me gusta el sentimiento que expresas.
Publicar un comentario