Llegó el otoño y, lo primero que hizo, es dar la orden para que esas alfombras boscosas fuesen, lentas pero irreversibles, cambiando el color de sus vestidos. Aparecieron las lluvias y borraron la belleza multicolor que nos ofrecía…El bosque nos muestra su desnudez, la savia retrocede para defender y proteger la vitalidad de la planta ante los rigores del gélido invierno…Emerge el mundo de la micología.
Ayer, sin lluvia y con buena temperatura, decidí visitar un pequeño monte, que hay tan solo a unos 12 kilómetros del pueblo donde resido, con el propósito de ejercitar los músculos, respirar un aire más limpio y…con un poco de suerte, encontrar algún ejemplar micológico que permita el disfrute de la vista, olfato y gusto.
Fueron unas tres horas las que pasé haciendo esta actividad y, la sensación que tuve, es que el tiempo se había parado; y no era para menos. Desde el primer momento empecé a dar gracias al monte…Una, otra, otra, total, terminé con la cesta llena y los pies empapados, pero eso sí, feliz; feliz y agradecido a Nuestra Madre, a esa madre que tanto estamos agrediendo y matando… La Madre Naturaleza.
Cuando llegué a casa hice balance de mi “tesoro”: Seis kilos de jóvenes “lepista personata” (pezón o, pie azul), quince ejemplares de “pleurotus eryngii” (seta de cardo) y ocho ejemplares más de “cañaheja”…Mientras hacía balance de mi “trofeo” estaba “sufriendo” lo que se llama digestión cerebral, es decir: “La boca se me hacía agua”.
Nota.- La recogida de setas debe hacerse con cesto y sólo recolectar aquellos ejemplares que se conozcan el 120%. Las equivocaciones o errores se pagan y, en este caso, a un “alto precio”.
1 comentario:
2Envidia siento cuando escucho o leo de gente que ha ido a buscar setas y regresa con las cestas llenas, las muy pocas veces que he ido no me ha traído ninguna entre otras razones por no estar seguro al 120%.
¡Enhorabuena Sepeño!
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